El Carnaval es tiempo de desahogo, de soltar lo que uno lleva dentro: una especie de sangría terapéutica que el cuerpo social se deja aplicar en prevención de males mayores. Y para desahogarse no hay mejor remedio que la parodia, género que en Cádiz se cultiva como en ningún sitio.
Los gaditanos nacidos fuera de la Tacita de Plata apreciamos casi por igual a todas las agrupaciones pero, aunque reconozco mi debilidad por el Love, la chirigota que más me gusta es la del Selu, que lleva más de veinte años retratando la realidad con la gracia y el atrevimiento del primer día.
El sábado pasado, en Puertollano, interpretaron una generosa muestra de su repertorio. Gracias.
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