La Boca de la Verdad

09.08.2013 00:00

 

Se dice que el susto de Audrey Hepburn en "Vacaciones en Roma", cuando Gregory Peck finge que la Boca de la Verdad le ha comido la mano por mentiroso (ver abajo), tenía más de sorpresa real que de teatro, pero me niego a aceptar que fuera tan pava. Lo cierto es que la secuencia es el motivo de las colas que se forman para fotografiarse junto a la máscara y sentirse un poco en la piel de los protagonistas de una peli tan famosa.

Durante la espera, los grupos de visitantes se dan cuenta de que no van a poder salir todos juntos en la imagen, lo que da lugar a una cadena de intercambio de cámaras en la que tomas la foto de quien te precede y el siguiente hace lo mismo por tí. Un buen ejemplo de colaboración espontánea entre personas con distintos idiomas y diferentes nacionalidades en el que deberíamos fijarnos los iberos.

Los historiadores no se ponen de acuerdo en cual sería la función de este gran medallón de mármol, pero hace mucho que los romanos lo pusieron en el porche de la iglesia de Santa María de Cosmedin para usarlo como detector de mentiras. Así, cuentan que un marido celoso llevó a su esposa ante la Boca para que demostrara su fidelidad introduciendo una mano entre sus fauces.

Como es natural, el escándalo atrajo a gran número de curiosos, que abarrotaban el atrio formando un girigay cargado de tensión y decibelios. El ambiente era tan hostil que la mujer, acobardada, sufrió un desvanecimiento y estuvo cerca de darse un buen coscorrón. Menos mal que uno de los presentes la recogió antes de que llegara a caer al suelo.

Una vez restablecida, se dispuso a satisfacer la demanda de su mosqueado cónyuge. Se acercó a la máscara, introdujo su mano en la Boca y pronunció un solemne juramento: "En todos los días de mi vida, sólo he estado en brazos de mi esposo... y en los del hombre que acaba de recogerme".

La mujer salvó la mano, pero entre el respetable hubo división de opiniones.

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