El golem

05.08.2013 00:00

Según una leyenda que circula por Praga, durante el reinado de Rodolfo II el Ilustrado, vivía en la ciudad un rabino muy sabio que tenía un golem a su servicio. 

El golem era una criatura sin alma que el propio Jehuda Loew (Judá el león, en idioma checo) había modelado con barro del río Moldava e insuflado vida mediante una ciencia cabalística que sólo el conocía. El gigante se encargaba de las tareas más penosas de la sinagoga, como cortar leña o acarrear agua; funciones para las que resultaba muy útil dada su enorme fuerza.

La sinagoga en la que ejerció su ministerio el rabino Loew de Praga

 

En cierta ocasión, los representantes de los judíos visitaron al sabio para quejarse de las continuas agresiones de sus vecinos cristianos. Los perjuicios causados eran tantos y tan graves que el rabí no tuvo más remedio que autorizar la intervención del coloso en defensa del gueto. Y fue mano de santo, pues la calma volvió a la judería en cuanto los alborotadores empezaron a salir trasquilados de sus incursiones.

 

Interior de la sinagoga Española de Praga

 

Pero toda máquina se estropea si no se la cuida lo bastante. Así, la primera vez que el rabino se saltó el Libro de Mantenimiento, provocó una avería de tal magnitud que el autómata se volvió loco y arrasó la sinagoga, donde vivía.

“El rabí lo miraba con ternura 
y con algún horror. ¿Cómo (se dijo) 
pude engendrar este penoso hijo?”

           El Golem. Jorge Luis Borges.

 

La historia viene a cuento porque el sueño de La Razón ha ofrecido a la hinchada conservadora un nuevo monstruo al que odiar, el Rubalbárcenas, nacido del amancebamiento entre los socialistas y el ex tesorero del PP.

Ya metidos en fábulas, también se podría resaltar el parecido entre el asunto de Bárcenas y la leyenda del Golem: si bien se mira, los alfareros de Génova criaron un engendro que les sirvió con diligencia hasta que, enloquecido, se revolvió contra ellos. Bastante tienen con librarse de sus acometidas.

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