Llegas a Holanda y notas que las aves no se asustan de la gente como en España. En la misma parada del bus del aeropuerto, las grajillas te observan con descaro; ya en los canales, las garzas reales se posan cerca de los pescadores, un atrevimiento que podría resultar fatal por aquí; y el colmo son los estorninos pintos, revoloteando hasta comerse las migas de pan de tu bocadillo.
¿Cuál puede ser la razón de esa diferencia, apreciable a grosso modo, en el comportamiento de las aves? Sin duda, la actitud hacia ellas de los seres humanos. ¿Qué no?
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